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Confesiones

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No quiero hacer de mi vida un circo.

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Mica Lambardi
May 21, 2024
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⏰ Tiempo estimado de lectura: 8 minutos ⏰

Jugar en las redes sociales me parece muy divertido. Compartir las cosas que me gustan, mis opiniones sobre temas que me convocan, subir fotos que capturen la belleza que ven mis ojos, hacer videos que funcionen como una cápsula del tiempo son actividades que me encantan. Las redes sociales son herramientas muy poderosas, incluso para el usuario común; son el canal de conexión entre uno y sus conocidos, unen familias separadas por una enorme distancia, nos mantienen al tanto de la actualidad de nuestro país y del mundo. Con el tiempo, el uso que le damos a estas plataformas fue mutando — hoy nos encontramos con una infinita cantidad de influencers y creadores de contenido que buscan venderte una fantasía, un producto o servicio que pareciera ser la solución a todos tus problemas. Muchas veces escuchamos que todos repiten lo mismo, olvidándose de la autenticidad y la vulnerabilidad que los destaca como personas. Jugar en las redes sociales me parece divertido hoy, pero en otro momento, supo ser casi una pesadilla. Bajo la excusa del amor propio y la aceptación del cuerpo con el que me toca vivir, comencé a hacer contenido que fue bien recibido desde el principio y, que luego de unos meses, pareciera que dejó de gustar tanto. Sé que ya debo haber escrito sobre este tema, pero frente a lo cíclica que es mi vida, me encuentro frente a una nueva pero pequeña crisis como creadora de contenido y creativa.

Los likes y comentarios que recibía en mis publicaciones durante la época que más en serio me tomé Instagram me subían la autoestima, y me hacían sentir que estaba haciendo algo bien. Todas las semanas dedicaba aproximadamente dos horas para sacarme fotos, grabar reels, buscar ideas, ver qué estaba en tendencia y decidir como podía amoldarlo a mi cuenta. Por un tiempo disfruté mucho de esta rutina que me había armado y de ver como me llovían las notificaciones luego de hacer una nueva publicación. Hoy, luego de varios años desde que esto pasó, entiendo que até mi valor y percepción de mí misma a una cantidad de likes y comentarios de extraños en Internet. Por lo que cuando las interacciones con mi contenido comenzaron a reducirse, también lo hizo ese amor que creía que sentía por mi persona. Cuando entendí que llorar porque mis publicaciones no tenían cierta cantidad de likes no era normal, tuve que frenar. Tomé una pausa y volví a usar Instagram como la plataforma donde comparto lo que me gusta por el simple hecho de que me hace feliz, sin pensar en el alcance de mi contenido. Me lo empecé a tomar como un juego, sin ninguna presión, y empecé a hacer de mis publicaciones, un collage — literalmente. Descubrí un lado más creativo para subir fotos y volví a encariñarme con Instagram.

Desde que decidí crearme otro perfil en Instagram y hacer videos para TikTok, me desconecté completamente de mi lado de escritora. Esto me da mucha bronca, me hace enojarme conmigo misma, y me siento entre la espada y la pared, como si tuviese que sí o sí elegir una o la otra. O soy Mica, la escritora, o soy Mica, la creadora de contenido y conocedora del marketing digital.

¿Por qué no puedo ser las dos?

¿Puedo ser las dos?

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