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La confesión de hoy es abierta al público. Los pagos están suspendidos porque no me pareció justo estar cobrando por algo que no estoy haciendo; un poco sentía que les estaba robando y me generaba pudor. La confesión de hoy se parece más a una carta que a una entrada de mi diario íntimo, o tal vez no. Quisiera creer que es el primer paso a descubrir una nueva versión de mí misma, a permitirme explorar otras facetas, y pintar fuera de las líneas que alguna vez dibujé. La confesión de hoy es para mí, y es para vos.
Sentirme desconectada de mi escritura es un claro síntoma de estar desconectada de mí misma — de mis deseos, de mi imaginación, de mi creatividad, y de mis sueños.
No poder encontrar mi voz ni las palabras necesarias para expresarme es como quitarme una parte fundamental para vivir. Es como querer respirar pero que no haya aire. Es como si una parte propia dejase de existir. Es no encontrarle el pulso a mi creatividad.
En momentos así, y creo que por bastante tiempo, es que me debato hasta donde me parece rentable, mental y creativamente, hacer tanta escritura personal y volcarla en este espacio. Comencé a escribir sobre esto en la columna gratuita que nunca terminé y me parece un tema que quiero permitirme explorar hoy también. Hay muchas otras cosas sobre las que me gustaría escribir, pero no lo hago porque encasillé y etiqueté a este espacio como mi bitácora brujística y temo salirme de los límites que en algún momento dibujé.
Extraño mucho escribir por el simple hecho de escribir. Sin pensar en cuantas personas reciben mis palabras, las leen, las comparten y las comentan. Me gustaría no ser constantemente la protagonista de todos mis textos y compartirte historias de ficción sobre personajes que me inventé, reseñas de la última serie que vi, o todos los lugares y momentos a los que me transportan ciertas canciones. Quisiera sacarme del foco, pero sin borrar mi existencia de mis palabras.
Hoy Giuli me dijo “Qué divertido es sufrir, igual”, a lo que yo le respondí que no es divertido, pero es cómodo. Es más fácil quedarnos al lado de la angustia que levantarnos y hacer algo por cambiar nuestras circunstancias. Y un poco me pasa algo similar con este espacio — un lugar que va evolucionando a medida que voy avanzando y aprendiendo, que me arriesgo y doy pasos que en otro momento no hubiese podido ni imaginar. Puedo quedarme con el hecho de que estoy desconectada de mí y de mis palabras, o puedo buscar la manera de conocer a esta nueva versión de mí misma y permitirme explorarla sin limitarla, dejándola guiarme por nuevos caminos. Escribiendo nuevas historias con las palabras que ya conocemos. Y aprendiendo nuevas palabras para reescribir aquello que podemos cambiar.
Lo que en un momento se sintió como libertad, hoy se siente como una cárcel. Me recuerda a la carta de El Mundo y a los laureles que rodean a la figura principal. Ella también sintió en algún momento que crear su propio mundo significaba un lienzo en blanco en el que las reglas las ponía ella. Pero con el correr del tiempo, se volvió prisionera de sus propias expectativas, de sus límites, de la presión que se adjudicó por crear algo propio y que le salga bien desde un principio. En un comienzo buscaba protegerse de las amenazas externas, pero hoy ella es su peor enemiga. Poder salirse de esa estructura le va a enseñar que el mundo no es tan terrible como alguna vez pensó, que si bien hay esquinas un poco más oscuras, hay un lugar en ese vasto espacio que le corresponde. Un lugar en el que no tiene que amoldarse para encajar, ni encerrarse para que nadie la vea. Al contrario, va a tener que enfrentarse a ella misma, despojarse de toda carga, expectativa, y visión sin sentido para poder encontrar la verdadera meta y disfrutar de cada paso del camino. Si El Mundo puede salirse de su estructura para explorar lugares a los que les temía, entonces yo también puedo. Vos también podés. No te duermas en los laureles, dice la frase. No te duermas en la comodidad incómoda porque es a lo que te acostumbraste y es lo fácil. Tomalo como un desafío y salí a buscar eso que tanto querés.
Espero cruzarte en el camino.






Lo último antes de que te vayas:
Lo último que miré: Un capítulo de My Lady Jane. Ya vimos 3 y es realmente increíble.
Lo último que leí: Nada, hace mucho que no leo. Estoy leyendo Crown of Midnight de Sarah J Maas, pero no puedo encontrarle un ritmo.
Lo último que escuché: Fleetwood Mac porque necesitaba bailar como una brujita — me sirvió para poner los pies sobre la tierra, y bajar de la nebulosa que es mi mente.
Lo último que compré: El boleto del colectivo.
Lo último que me sorprendió: Lo bien que me hace hablar con mis amigos con total sinceridad, aunque eso signifique que esté llorando porque soy muy sensible y la situación me angustie.
Lo último que comí: Nuggets de pollo con verduras revueltas con huevo.
Sabes a qué me hace acordar esto de querer compartir otras cosas fuera de los límites propios? Esa cosa de compartir una reseña de una peli, o un libro, etc. A LiveJournal :P No se si llegaste a esa instancia, o si llegaste a conocer algo así, pero eran blogs privados que vos le dabas el ok a gente random a que te pueda leer, ya sea porque tenías series en común, libros, o un hobby. Y la verdad que estaba muy bueno, porque sentías algo de control sobre quien leía tus palabras más allá de una paywall, y por otro lado también se sobreentendía que vos suscribías a updates de la vida personal del otro.