⏰ Tiempo estimado de lectura: 15 minutos ⏰
Hasta el momento en que me mudé a Inglaterra sabía muy bien cuál era mi hogar y qué lo constituía. Las paredes celestes, que en un momento supieron ser blancas, me cobijaron desde que lloraba porque me daba miedo la oscuridad hasta que lloré porque abandonaba el único hogar que conocía. Esas mismas paredes contienen 21 años de mi vida — me vieron crecer, aprender, equivocarme, reír, llorar, divertirme. Pasaron por etapas donde las vestían fotos de Casi Ángeles, Crepúsculo, los Jonas Brothers, Miley Cyrus, Demi Lovato, Taylor Swift, y hasta un recorte de diario con una foto del plantel de River junto a alguna frase emotiva sobre el momento en que ascendimos. Incluso hubo unos meses donde entrabas a mi pieza y te encontrabas con un Justin Bieber de metro y medio esperándote para hacerte llevar el susto de tu vida.
Era el lugar donde vivía con mi mamá, mi hermana, con mis mascotas. Era el punto de encuentro con todos mis amigos, donde nos reíamos hasta que nos doliera la panza, donde vi gente que todavía me importa por última vez. Mi casa era mi hogar y por mucho tiempo lo di por sentado. Una vez que emigré me encontré con que los espacios donde vivía eran mi casa pero no mi hogar. Me tuve aferrar a lo que sentía cuando cruzaba el umbral de mi casa en Quilmes y escuchaba a mis gatos maullar, me encontré decorando cada rincón para sentirlo más propio, pero la sensación nunca fue la misma. Se asemejaba, pero no alcanzaba.
Hoy quiero hablarte del hogar, que descubrí que no siempre es un sitio físico, que las personas también pueden serlo. Pero también quiero hablarte de como La Emperatriz entra en todo este enredo de lo que es sentirse en casa, el cuidado propio y del resto, nuestra relación con quienes nos rodean, y del deseo de gestar, de darle vida a algo completamente nuevo.
III — La Emperatriz
abundancia
femineidad
pasión
nutrir
cuidar
disposición
fertilidad
gestación
confianza
fecundar
Dicen que La Emperatriz representa el brote de algo nuevo — desde la fecundación, a la gestación, hasta la crianza. Es la que cuida de todos y todo, la que se encarga de prestarte un hombro en el que llorar y un oído para escucharte sin condiciones.
Siento que no puedo ordenar mis ideas, que empiezo en una dirección y rápidamente giro el volante en dirección contraria, sin saber hacia dónde voy o a dónde quiero llegar. Tengo las notas sobre la carta del mes frente mío: “La Emperatriz a veces no mide las consecuencias y actúa desde la inexperiencia. Pero se arriesga y es muy pasional”. Y, sin embargo, no sé como hablar del hogar y La Emperatriz sin caer en lo que socialmente pensamos cuando hablamos de la “madre”. Esto se debe a que la figura de La Emperatriz es una fuente de amor inagotable, siempre busca hacer sentir bien al resto olvidándose de que ella también merece aunque sea un poco de ese cuidado.
Hoy me encuentro transitando un momento Emperatriz, buscando que todo a mi alrededor esté en completa armonía, pero siendo muy dura conmigo misma, castigándome de más cuando en realidad debería tenerme un poco más de compasión. No quiero hablar de lo que me está pasando actualmente, si lo niego y hago de cuenta que no está sucediendo, quizá termine desapareciendo. Probablemente en algún momento lo haga público, pero por ahora, necesito que se quede conmigo.
Algunas de mis mejores ideas nacen en la ducha. Mientras me lavaba el pelo pensaba en esta publicación, en su contenido y en su destino, en su dirección. Se me ocurrió algo que me hubiese gustado anotarlo inmediatamente para no olvidarme, porque la idea principal la perdí ni bien terminé de crearla. Pero recuerdo vagamente sobre qué se trataba. Reflexionando sobre La Emperatriz, siempre dispuesta a cuidar y encontrar la belleza en cada situación, encontré un punto en común con una gran cantidad de nosotros: la compasión que tenemos por quienes rodean cuando se enfrentan a situaciones donde, si nosotros fuésemos los protagonistas, nos castigaríamos de las maneras más crueles. ¿Por qué nos cuesta ser Emperatriz con nosotros mismos? ¿A qué se debe no poder ser igual de compasivos cuando se trata de uno?
Recuerdo que pensé en eso porque me estoy castigando a mí misma por algo que no puedo controlar - estoy viviendo una situación donde lo que suceda no depende 100% de mí, y de todas formas, siento que estoy fallándome, que no estoy intentando lo suficiente. Le escribí un mail hablando sobre esto a Juani; palabras más, palabras menos, le dije que me siento bloqueada en la mayoría de las áreas creativas que habito y que frente a la frustración que esto me genera, no estoy pudiendo volcarme a mi newsletter de la forma en que me gustaría, haciendo hincapié en que me estoy fallando a mí y a mi proyecto. Un momento muy poco Emperatriz de mi parte. La respuesta de Juani fue teñida de aspectos del arcano número tres, devolviéndome así un poco de tranquilidad y confianza en que todo va a salir bien.
“Creo que a veces la falla está en castigarte de más. Estás lidiando con mucho, lo más cruel no es abandonar este mes tu proyecto, sino que te falte compasión hacia vos.”
Frente a un pedido casi desesperado de ayuda, Juani me dijo que quizás es un buen momento para soltar un poco el control, ese que busco incansablemente, y que le dé la oportunidad de interactuar más a mi comunidad, o sea, a vos, que siempre me lees desde el otro lado de tu pantalla de preferencia.
Por eso vengo con una propuesta que espero que te entusiasme. Utilizando imágenes que me recuerdan a mi hogar, o que representan el hogar para mí, hice un moodboard en Padlet. La invitación se extiende a cualquiera que esté leyendo esta publicación, o encuentre este link gracias a la magia de internet. No hay una manera correcta o incorrecta de participar, simplemente ingresá a esta página y compartí con la comunidad de Miquidades qué o quiénes representan el hogar para vos. Me hace mucha ilusión poder ver qué cosas te hacen sentir en casa.
Nuevamente, tenemos invitada de lujo para que nos hable sobre su propio hogar y cómo vive el rol de Emperatriz en su día a día. A Camila la conocí a través de YouTube - en realidad, ella me conoció a mí, me escribió por Instagram, y en el momento menos esperado, nos encontramos por primera vez en las playas de Brighton. A Camila me cuesta llamarla por su nombre, de hecho, creo que fueron muy pocas veces las que me referí a ella como Camila. Pero sí me refiero a ella como una amiga, una total desconocida con demasiada energía que aprendí a querer muchísimo, y hoy es una gran compañera y confidente. Cami reactivó su canal de YouTube y comparte sus aventuras en su página de Instagram. Esto es lo que tiene para contarnos sobre La Emperatriz y el signo de Cáncer:
Primero que nada y antes que todo, darle las gracias a Mica por permitirme volcar un poco de mi arte (en este caso la escritura) en un espacio tan cuidado y personal para ella. Lo tomo como una hermosa muestra de afecto, confianza y respeto por mi trabajo. En el mes de Cáncer, me pidió hablar sobre cómo me afecta a mi, la energía de este signo. Una historia les voy a contar.
Cuando era chica y me preguntaban de qué signo era, siempre decía sin pensar: Géminis. Tenía muchos compañeros de colegio con el sol en esta posición y nos parecíamos en muchas cosas, pero en otras, éramos muy diferentes. No entendía porqué la gente de mi mismo signo podía ser tan insensible, no prestarle atención a los detalles, hacerle bullying al resto, y tampoco entendía porqué yo me sentía tan alejada espiritualmente de ellos.
En 2017, una de mis amigas me dice “Vení que te hago la carta natal”. ¿La quién? ¿Se come con cubiertos o con la mano? Ese día descubrí un mundo nuevo de entendimiento personal; y como meteoritos en una película de apocalipsis, me empezaron a caer todas las fichas. Una atrás de la otra. Ahora, cuando me preguntan de qué signo soy, digo: de Géminis, pero tengo ascendente, Luna, Mercurio y Venus en Cáncer.
Desde que tengo uso de razón, siempre fui madre. No, no tengo hijos, pero siempre tuve esta energía maternal que no puedo evitar tener. Traté siempre a mis perros como primogénitos, me encargue de cuidar a mis amigos en reiteradas ocasiones a causa de intoxicaciones con alcohol, soy la que organiza los planes, las vacaciones, planea con antelación y mantiene un calendario para intentar hacer feliz a todo el mundo (si tuviera que hablar de ser people pleaser, me tomaría otro newsletter, así que no voy a ahondar en tema). Además, tengo las ubicaciones en tiempo real de muchos de mis amigos en el teléfono, porque me aterra a otro nivel que algún día les pase algo y no saber dónde están. Mi muestra de amor más grande es cocinarte una comida rica, que llene el corazón y sea lo más saludable posible. De hecho, estudié nutrición. No creo que haya carrera más canceriana que nutrición porque abarca cuidar desde la salud hasta la comida; ápices infaltables en los rasgos de la luna en este signo.
Si tuviera que preguntarme qué posición en el stellium la siento más fuerte, diría que la Luna, Mercurio, Venus y el ascendente, en ese orden. Para hablar de la Luna, voy a usar el ejemplo más claro que tengo. En 2018, en medio de uno de mis primeros ataques de pánico más largos (doce horas llorando, no entendiendo qué me pasaba), le pregunté a mi mamá si ellos -junto con mi papá- estaban orgullosos de mi. La respuesta fue inmediata y sin dudarlo: “Sí, absolutamente, vos sos todo lo que yo siempre quise ser”. Me guardo para mi el desarrollo de lo que mi mamá siempre quiso ser, pero quiero marcar el punto: cuando más vulnerable me encontraba, donde mis emociones brotaban constantemente en forma de lágrimas, temblores y pensamientos intrusivos, fui a buscar a mi mamá y en otras palabras, preguntarle si me quería. Me aterra la sola idea de perder a mi mamá, no puedo ni pensarlo, no puedo siquiera entrar en la imaginación de lo que sería nunca más escuchar su voz. Mi mamá dejá de lado sus sueños para vernos brillar a mis hermanos y a mí, y nunca pidió nada a cambio. Pero nos sale retribuirla cada vez que podemos porque sin ella no podríamos haber llegado de ninguna manera a donde estamos hoy (de hecho hay una canción de Taylor Swift que lo explica).
Con respecto al ascendente, ya lo hablé un poco más arriba: me motiva cuidar. Me motiva cambiar vidas, sea de la forma que sea: con un tip estúpido que vi en un reel, con una charla que te motiva a darle un giro a tu vida, ayudándote a comer mejor o a tener una mejor relación con tu cuerpo liberándote de los estándares de belleza. Nací para ayudar, nací para servir al otro y para traer un impacto a las vidas de quienes me rodean. Por eso jamás podria ser otra cosa que no sea trabajadora de la salud.
Mercurio en Cáncer es bastante obvio. Me brota solo escribir de mis emociones, es lo que mejor se me da, es lo que más engagement tiene cuando lo hago en alguna red social y es la forma que encuentro de dar mi amor: cartas, postales, un mensaje en el medio de algún evento importante diciéndote que me acordé de vos.
En términos de Venus en Cáncer, reitero: podría escribir un newsletter entero de como siento que esta posición me ha hecho sentir las emociones más intensas con las parejas que he tenido. Pero como también me ha llevado a relaciones con tintes tóxicos, para ser sutil. En una pareja siempre busqué la sensación de hogar, la conexión emocional, la intimidad del corazón y el lazo invisible que no se corta jamás y que siempre estuvo ahí (otra vez, hay una canción de Taylor Alison que lo explica). Creo en los cuentos de hadas.
Ser de Géminis está muy presente en mi vida, lo agradezco infinitamente porque me da la falta de vergüenza para hablar en público, el poder hablar con extraños, no tener miedo a quedar en ridículo, pero Cáncer me dio mi lado emocional, mi capacidad de empatía y una vocación de la cual voy a estar agradecida eternamente. En iguales partes: mi bendición y mi maldición.
Fue el paso del tiempo y el haber emigrado que me enseñaron que el hogar no es un lugar, pero las personas que te hacen sentir pleno, tranquilo, en paz. Tengo hogares lejanos, y otros más cercanos. Tengo hogares que no visito hace muchísimo tiempo, pero que sé que me van a recibir con los brazos abiertos cuando golpee en sus puertas. Tengo la bendición de tener hogares que sobrevivieron las peores de las tormentas, y otros que fueron temporales pero que jamás voy a olvidar. La sensación de sentirme en casa no me pasa con todas las personas que conozco, pero cuándo las encuentro, no quiero dejarlas ir.
Si tuviese que definir qué es el hogar para mí, empezaría diciendo que es aquel espacio en el que me siento cómoda, en el cual no tengo que ponerme caretas ni fingir que soy algo o alguien que no soy, ahí donde no me tengo que esforzar por pertenecer. Continuaría diciendo que es donde me siento cómoda, donde disfruto estar, y donde pareciera que las ansiedades del día a día no pueden alcanzarme. Mi hogar es también donde me siento querida, donde mi presencia no sobra y donde sobran las palabras porque un gesto lo dice todo. Mi hogar se encuentra en un abrazo, en una risa, en una comida compartida, en un silencio, en la música, en mis palabras; mi hogar se encuentra compartiendo tiempo con alguien con quien no podría ser más diferente pero que de alguna manera me complementa.
No sé cuidarme o nutrirme muy bien a mí misma, suelo creer que sí sé como hacerlo con el resto, pero es probable que cometa mis errores, incluso si nacen de mis más sinceras intenciones. Hay momentos donde creo que tengo que hacerlo todo por los demás, que esa es la única manera en que voy a ser apreciada, vista, o querida. En el fondo pienso que La Emperatriz busca lo mismo; que esconde sus vulnerabilidades detrás de cuidar de todo y todos, considerando que esa es la única manera en que alguien le va a retribuir algo remotamente parecido. No estoy segura de que La Emperatriz sea consciente de esto, porque ella comparte el amor que tiene sin esperar nada a cambio, lo hace con cualquiera que esté dispuesto ser parte de su familia, y aunque a vos te cueste pensarte merecedor de ese cariño, ella va a demostrarte todos los días por qué lo sos.
La Rueda Zodiacal - Vol. 4 < Cáncer >
Para cuando recibas esto vamos estar brillando bajo el sol leonino, pero no puedo dejar pasar la oportunidad de hablar de mi signo lunar, y uno de los que más me interpela personalmente. Sobre todo si hablamos de emociones, no podemos dejar afuera al agua canceriana.
Cáncer es todo lo que conocemos como hogar, y suele relacionárselo con la familia pues, para muchos, es el primer hogar que conocimos. Fue ese espacio que nos nutrió, nos vio crecer, nos maternó desde donde pudo. Al posicionarse cuarto en la rueda zodiacal, se lo asocia con la raíz, con nuestra parte más propia, aquello que nos hace ser lo que somos. Cáncer representa la parte más baja de la carta natal, y muchas veces esconde aquello que no queremos ver ni mostrar.
Pensemos en el cangrejo que representa a este signo: un animal que vive entre la tierra y el mar, que se rodea de un caparazón rígido para proteger la blandeza de su interior. Cáncer es un signo que vive entre las emociones y la realidad afectiva. Lo que lo mueve es la emoción, desde alegría hasta tristeza o miedo. Sabe muy bien que existe un afuera y un adentro, y no siempre van a estar en la misma sintonía. Pensá en tu espacio seguro, ese lugar al que corres cada vez que necesitas esconderte del mundo: ¿Cómo se ve ese lugar? ¿Te encontras solo o acompañado? ¿Qué sensaciones se te despiertan allí?
El estereotipo canceriano es creer que todos los nacidos bajo este sol se la pasan llorando, aman compartir tiempo con su familia y se sienten más cómodos en su hogar. Y si bien esto puede ser cierto, no nos olvidemos que lo que mueve a Cáncer es la emoción, no importa de qué tipo sea, ese es su motor. Habla del afecto que circula por dentro de sí mismo. Una persona canceriana va a sentir mucho, pero no siempre va a demostrarlo. Prefiere cubrirse de la membrana más dura que encuentre a dejar que hieran sus sentimientos.
Si querés conectar con tu energía canceriana, te dejo unas preguntas que podés responder en tu diario, o compartir alguna reflexión en esta publicación:
¿Cuál es tu relación con tu infancia y tu crianza?
¿Quién te marcó durante tus primeros años de vida?
¿Qué cosas te hacen sentir desprotegido?
¿Qué comida te recuerda a tu hogar?
¿Hay alguna emoción que evitas? ¿Por qué? ¿Hacia donde te lleva?
Probablemente haya muchas cosas que quiera decir sobre este tema que me queden afuera, algunas porque las siento tan privadas que prefiero que se queden conmigo, otras porque no encuentro las palabras para poder explicar lo que siento cuando las pienso. Si hay algo que aprendí escribiendo esto, es que a veces hay que soltar las riendas y dejar que alguien más nos marque el camino. En mis momentos Emperatriz soy compasiva con la gente a mi alrededor, me aseguro de que estén cuidados y de que no les falte nada, pero me olvido de mirarme a mí misma, de hacerme sentir bien, de tenerme un poco más de compasión cuando las cosas no siguen el rumbo que tenía planeado.
Son muchas las veces también en que, como ese cangrejo, me armo una coraza que imagino impenetrable, donde no muestro ningún tipo de vulnerabilidad, y el afuera me ve como alguien que sabe lo que quiere y va por ello. Pero en mi parte blanda, desde el lado más sensible de mi ser, sé que es todo una fachada para no dejar que vean como estoy realmente por dentro, cubriéndome con la esperanza de que nada ni nadie pueda lastimarme. Conectar con mi Emperatriz más fluida es aprender que si quiero seguir cuidando de mi hogar, tengo que primero cuidarme y nutrirme a mí misma; y parte de ese camino implica aceptar el amor y cuidado que recibo de otros. Es aprender a dejar caer tus muros confiando en que el amor que nos ofrecen es genuino.