Durante mucho tiempo creí que tomarse descansos o no hacer nada “productivo” durante un tiempo era de vago. Este pensamiento no solía aplicar a cualquiera que me rodease, sino más que nada a mí misma. Si me encuentro tomándome un descanso o sentada sin hacer nada más que scrolleando en Instagram mientras escucho algún podcast, me invade la culpa de estar perdiendo el tiempo, de no estar haciendo nada productivo. Y también me pregunto, ¿por qué todo tiene que ser productivo, tener un propósito? Me costó aprender que los descansos son necesarios y parte de la rutina. Hay veces todavía en las que me encuentro repitiendo viejos patrones, pero al menos ahora puedo empezar a reconocerlos. El descanso sirve, no solo para recargar energías, sino también para conseguir una nueva perspectiva de lo que nos rodea: proyectos, trabajos, relaciones, conductas. A veces no nos damos cuenta de lo mucho que lo necesitábamos hasta que llega.
Mi descanso fue raro; no fue buscado ni planeado ni me tomó por sorpresa. Un día simplemente pasó y me dejé llevar. En lugar de volverme loca por desear que el descanso termine y la inspiración llegue a mí, me permití atravesarlo sin mucha culpa y hasta con algo de disfrute. En el medio llegó Mercurio Retrógrado, y me presentó la oportunidad de repensar mi práctica y mis espacios digitales. No es ninguna novedad que analice como me manejo en la virtualidad, ni mucho menos lo son las incógnitas que se me aparecen cuando pienso en mi rol como creadora y consumidora. La mayoría de las veces estas preguntas venían cargadas de ansiedades y miedos, de dudas sobre mis capacidades y la importancia que podría llegar a tener lo que yo hago en un océano de infinitas creaciones digitales. Creo que esta vez lo enfrenté con mucha más amabilidad y paciencia; en lugar de buscar los negativos de mi práctica, mi objetivo fue volver a sentirme escritora; un sentimiento que es parte de mi identidad y que sentía perdido. Durante mi descanso no escribí mucho más que en mi diario, y el ejercicio de sentarme a escribir a mano con mi lapicera favorita me regaló una perspectiva diferente sobre como quiero encarar mis espacios virtuales. Descubrí y acepté que no quiero ser la protagonista de todos mis textos, que no quiero todo el tiempo que las palabras giren en torno a mis experiencias relatadas con lujo de detalles. Ni tampoco quiero hacer encajar mis vivencias actuales a una temática que quizás nada tiene que ver con mi presente. Quiero correrme del foco, pero sin borrar mi existencia de mis palabras.
Por mucho tiempo el Tarot fue mi mano derecha a la hora de escribir, y si bien siempre lo va a ser, tampoco quiero limitarme a las temáticas de las cartas o los signos zodiacales cuando hay tanto por descubrir y explorar. Me encantaría descubrir qué tengo para decir frente a ciertos temas, sabiendo que muy probablemente hable con algo de miedo pero con total libertad. Tengo ganas de contarte sobre la última serie o película que vi y por qué deberías agregarla inmediatamente a tu lista. Quiero hablar sobre la pop culture, sobre como las tendencias que se dan en el mundo digital migran a nuestra realidad y pueden llegar a moldear nuestra percepción del mundo. Tengo ganas de escribir ficción y crear personajes que se vuelvan personas que tranquilamente podría cruzarme en la calle. Hay tantas facetas que quiero explorar y tantas otras que todavía que no descubrí. Pero también entiendo que la única manera de hacerlo es haciendo y animándome, confiando en que algo de todo esto va a salir bien, y que si no, al menos lo intenté; y al final del día, eso es lo que cuenta.
Si bien no quiero limitarme en lo que pueda llegar a hacer en este espacio, a veces los límites ayudan y marcan el camino. Por lo que Miquidades a partir de ahora, y hasta que tenga alguna nueva revelación, quedará compuesto de la siguiente manera:
Ecos del universo: el ensayo mensual y gratuito sobre temáticas que me despiertan curiosidad. A veces el disparador será una serie, una película, un libro, un video, una clase del taller de escritura, o una secuencia que haya visto en las calles de mi ciudad. De donde sea que nazca, vas a poder ser parte de la exploración de temáticas que, de una u otra forma, nos atraviesan a todos.
Confesiones: la columna más personal y menos editada de nuestro Substack seguirá firme junto al pueblo. Semana a semana vas a poder leer una pequeña reflexión nacida a partir de una entrada de mi diario íntimo que buscará exponer las inquietudes que me atraviesen. Esta sección seguirá siendo privada, confiando en el sentido de seguridad que encuentro detrás de la paywall. Por un precio bolsillo-friendly, podés apoyar a una escritora independiente a seguir cumpliendo sus sueños. Si quisieras convertirte en un suscriptor pago, investigá las opciones de pago que ofrecemos.
Miquiland: así como Barbieland es la tierra de las chicas, Miquiland es el universo donde converge todo lo que más me gusta y lo que hace que yo sea yo. Partiendo de que ser fan es la columna vertebral de mi existencia, en esta especie de podcast busco compartir, con total libertad y sin aval alguno más que el propio, todo aquello que estuve consumiendo de manera digital y que no encuentro la manera de expresarlo de forma escrita. Desde series y películas, pasando por música y teatro, quiero animarme a hablar más y decir lo que pienso sin ese miedo paralizante de que alguien me diga que mi opinión es incorrecta. Todos los capítulos estarán disponibles de manera gratuita.
Los cambios siempre dan miedo, y cualquier cosa que me saque de la comodidad de lo conocido me descoloca. Pero me enfrento a esta nueva etapa con entusiasmo, emoción y ganas de hacer, algo que hacía mucho no sentía.
Me veo en la obligación de dejar asentado en algún lado que la casa se reserva el derecho de volver a tomarse descansos cuando lo sienta necesario, y cualquier pausa en el contenido será más que válida si se pone en juego mi estabilidad emocional o si la presión por cumplir con este espacio digital se vuelve demasiado para cargar.
Quiero hacer esto porque lo disfruto, porque me gusta, y porque me hace bien. Muchas veces intenté subirme al papel de creadora de contenido, pero hay algo que, aunque me llame la atención y me guste, no termina de sentirse genuino. Ser escritora es quien sé que soy, ser comunicadora es algo que realmente me fascina; ser creadora de contenido no sé si es mi rol favorito, aunque veces asuma esa posición, aunque haya muchas cosas del oficio que me gusten. Estar de este lado, y sobre todo en este espacio que es propio, me permite poner las reglas que me sirvan a mí, modificarlas cuando y como quiera, porque el espacio tiene que amoldarse a una y no al revés. Cuando algo ya no funciona o no entusiasma, entonces es momento de revisarlo.
Me encanta como muchas de las personas que creamos estamos hace una linda cantidad de meses en transformación - ¡lo celebro! ♥ A mi me está pasando justamente eso; a veces me gustaría no ponerme tan al frente de mis textos, pero cuando pienso qué otras cosas podría escribir sin poner mis experiencias en el foco, me quedo en blanco hhaha